Varios estudios habían asociado la falta de sueño crónica con un aumento del riesgo de obesidad, diabetes y enfermedad cardíaca. Ahora, una pequeña investigación sugiere que se le podría atribuir también la disminución de la actividad física durante el día.
En 15 hombres saludables, un par de noches de apenas cuatro horas de sueño redujeron el nivel de actividad física comparado con un día en el que habían dormido las ocho horas recomendadas.
En cambio, no hubo evidencias de que la falta de sueño alterara los niveles en sangre de las hormonas reguladoras del apetito, ni que hiciera que los hombres comieran más al día siguiente como había ocurrido en estudios previos.
Eso significa que existirían muchos motivos para la relación entre la falta de sueño, el peso y la salud, escribieron los autores en American Journal of Clinical Nutrition.
En la práctica, el estudio revela otro motivo para que los adultos duerman lo suficiente, es decir entre siete y ocho horas cada noche, precisó a Reuters Health el autor principal, doctor Sebastian M. Schmid, de la Universidad de Luebeck, en Alemania.
Varios estudios epidemiológicos habían hallado una relación entre la baja calidad del sueño y un aumento del riesgo de obesidad y otros problemas. Desde entonces, algunos estudios pequeños en laboratorios del sueño trataron de identificar los motivos.
En algunos se hallaron evidencias de que la falta de sueño altera la regulación de las hormonas del hambre, la leptina y la grelina, lo que eleva el apetito diurno.
Las células grasas segregan leptina, que regula el peso corporal; cuando sus niveles son bajos, la hormona aumenta el hambre, y cuando suben, le indica al cerebro que el cuerpo está lleno y activa la eliminación de calorías. El estómago segrega la grelina para incrementar el apetito.
Pero otra posibilidad es que las personas con falta de sueño estén muy cansadas como para moverse durante el día. Eso sería lógico, pero ningún estudio lo había investigado.
En el nuevo estudio, el equipo de Schmid hizo que 15 hombres sanos y con peso normal durmieran cuatro horas dos noches consecutivas y ocho horas otras dos noches.
Después de la primera noche, los hombres hicieron sus actividades diurnas habituales con una pulsera que registró todos los movimientos.
Tras la segunda noche, fueron al laboratorio del sueño, donde volvieron a usar las pulseras, se les midieron los niveles de leptina y de grelina, y se les controló la cantidad de calorías ingeridas.
Inesperadamente, el equipo no halló diferencias en los niveles hormonales, el hambre o el consumo de comida después de las noches de cuatro y ocho horas de sueño.
Sí se observó una disminución de la actividad física después de las noches con falta de sueño, al dedicarle menos tiempo (en minutos) a la actividad física y al ejercicio más intenso.
Cuando los hombres durmieron ocho horas, dedicaron un 25 por ciento del tiempo activo a ejercicio de gran intensidad; eso disminuyó al 22 por ciento con cuatro horas de sueño.
El equipo opina que con el tiempo esas diferencias influirían en el peso y la salud.
Los resultados no indican que la falta de sueño no altera las hormonas del hambre y el apetito, como lo habían sugerido estudios previos.
Pero Schmid dijo que los resultados sugieren que hasta la falta leve de sueño, que es muy común hoy, reduce el nivel de actividad física y "afecta menos" las hormonas y el apetito.
En 15 hombres saludables, un par de noches de apenas cuatro horas de sueño redujeron el nivel de actividad física comparado con un día en el que habían dormido las ocho horas recomendadas.
En cambio, no hubo evidencias de que la falta de sueño alterara los niveles en sangre de las hormonas reguladoras del apetito, ni que hiciera que los hombres comieran más al día siguiente como había ocurrido en estudios previos.
Eso significa que existirían muchos motivos para la relación entre la falta de sueño, el peso y la salud, escribieron los autores en American Journal of Clinical Nutrition.
En la práctica, el estudio revela otro motivo para que los adultos duerman lo suficiente, es decir entre siete y ocho horas cada noche, precisó a Reuters Health el autor principal, doctor Sebastian M. Schmid, de la Universidad de Luebeck, en Alemania.
Varios estudios epidemiológicos habían hallado una relación entre la baja calidad del sueño y un aumento del riesgo de obesidad y otros problemas. Desde entonces, algunos estudios pequeños en laboratorios del sueño trataron de identificar los motivos.
En algunos se hallaron evidencias de que la falta de sueño altera la regulación de las hormonas del hambre, la leptina y la grelina, lo que eleva el apetito diurno.
Las células grasas segregan leptina, que regula el peso corporal; cuando sus niveles son bajos, la hormona aumenta el hambre, y cuando suben, le indica al cerebro que el cuerpo está lleno y activa la eliminación de calorías. El estómago segrega la grelina para incrementar el apetito.
Pero otra posibilidad es que las personas con falta de sueño estén muy cansadas como para moverse durante el día. Eso sería lógico, pero ningún estudio lo había investigado.
En el nuevo estudio, el equipo de Schmid hizo que 15 hombres sanos y con peso normal durmieran cuatro horas dos noches consecutivas y ocho horas otras dos noches.
Después de la primera noche, los hombres hicieron sus actividades diurnas habituales con una pulsera que registró todos los movimientos.
Tras la segunda noche, fueron al laboratorio del sueño, donde volvieron a usar las pulseras, se les midieron los niveles de leptina y de grelina, y se les controló la cantidad de calorías ingeridas.
Inesperadamente, el equipo no halló diferencias en los niveles hormonales, el hambre o el consumo de comida después de las noches de cuatro y ocho horas de sueño.
Sí se observó una disminución de la actividad física después de las noches con falta de sueño, al dedicarle menos tiempo (en minutos) a la actividad física y al ejercicio más intenso.
Cuando los hombres durmieron ocho horas, dedicaron un 25 por ciento del tiempo activo a ejercicio de gran intensidad; eso disminuyó al 22 por ciento con cuatro horas de sueño.
El equipo opina que con el tiempo esas diferencias influirían en el peso y la salud.
Los resultados no indican que la falta de sueño no altera las hormonas del hambre y el apetito, como lo habían sugerido estudios previos.
Pero Schmid dijo que los resultados sugieren que hasta la falta leve de sueño, que es muy común hoy, reduce el nivel de actividad física y "afecta menos" las hormonas y el apetito.
Como siempre os digo, el descanso es casi más importante que el propio entrenamiento, ya que si no descansamos bien y no dormimos correctamente nuestro rendimiento físico es menor lo cual repercute negativamente no sólo en la práctica física, sino también, en todas las actividades que realizamos diariamente.
FUENTE: American Journal of Clinical Nutrition, diciembre del 2009
Joan Marí Torres
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